
Nuestra visita por la bella Galena ya estaba finalizando y era tiempo de elegir y definir un nuevo destino en el GPS. Extasiados con Galena, éramos conscientes de que el próximo lugar que visitaremos debería tener algo que realmente nos cautivaste porque llegaríamos con la “vara de la expectativa” muy alta.
En un auto stop en la ruta US20 uno de los muchachos que estaban en servicio nos comentó sobre una ciudad apodada “La Ciudad del Bosque”, el sobrenombre nos resultó muy atractivo y allí mismo decidimos que Rockford sería nuestra próxima parada en Illinois.
La primera impresión fue muy intrigante. Imaginábamos un lugar lleno de árboles y montes exuberantes pero luego descubrimos que Rockford tiene ese apodo porque en sus primeros tiempos la localidad se dedicaba a las labores en madera, que luego fue dando lugar a los procesos más industrializados que posee hoy en día. Las empresas y negocios fueron cambiando pero el apodo le quedó.
A medida que nos adentramos en la ciudad fuimos descubriendo una Rockford vibrante, con mucha vida y gente por doquier… mirando vidrieras en el centro comercial, en los museos y paseando por sus plazas. En la oficina de informes nos entregaron varios panfletos sobre city tours y sitios de interés, nos mencionaron un parque acuático (el más grande del Estado de Illinois) pero como disponíamos de poco tiempo preferimos aprovechar para comer algo y luego, recorrer los sitios más emblemáticos de Rockford.
Encontrar un lugar para almorzar fue una tarea difícil. No porque no hubiese suficientes o interesantes alternativas, sino por el contrario. Las propuestas eran tan amplias que nuevamente tuvimos que echar a la suerte la elección del sitio. La cocina étnica e internacional es muy completa, al igual que las categorías, hay restaurantes muy finos y chics, chiringuitos, atractivos food trucks y por supuesto, las casas de comida donde la tradicional y muy norteamericana propuesta de hamburguesas con papas es la estrella.
Cuando consultamos entre los transeúntes a dónde iban los Rockfordianos a comer hamburguesas, la respuesta fue unánime: Beef-A-Roo (Beefaroo – Rockford – Rock N’ Roll).
Muy llenos y satisfechos salimos del restaurante. Solo queríamos pasear sin tener que mover un músculo para poder hacer la digestión así que nos dirigimos hasta la terminal del mítico Trolley Car 36 ubicada en Riverview Park y una vez allí compramos nuestros tickets. El recorrido fue realmente encantador. Pasamos por la Calle Madison Street, hicimos una breve parada en la Laguna Eclipse que en invierno se congela y forma una hermosa pista de patinaje y finalmente llegamos hasta la escultura del artista Alexander Liberman, creador de Symbol, una escultura emblemática que fue creada en honor a la clase trabajadora de los Estados Unidos. La escultura en sí es tan magnífica que atrajo la mirada de revistas internacionales como la Conde Nast Publications. A partir de allí el tren emprende el regreso al punto de partida.
Nos hemos quedado sin espacio para contarte el resto de nuestra visita por Rockford pero hay decenas de razones por las cuales tienes que venir a esta interesantísima ciudad. Si estás cerca no dudes en pasar por Rockford. La calidez y calidad de la gente aquí es un tesoro. Tal es así que hemos decidido permanecer tres días ya que nos han invitado a dos cumpleaños, un casamiento y una inauguración de una tienda en la ciudad y todo el barrio celebrará. ¡Te esperamos!